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Restobares y discotecas en Arequipa para divertirse, comer y beber bien

 

Arequipa es una fiesta, y lo es gracias a los nuevos espacios que en la ciudad se han abierto y a los clásicos de toda la vida, lugares que la han convertido en el epicentro de la buena mesa y la diversión del sur peruano. Vamos juntos a pasarla bien.

Muchos dicen que Arequipa es la ciudad más importante del Perú después de Lima. En temas de buena vida y diversión, sí que lo es. Y lo es porque la zona se mantiene próspera gracias a los nuevos espacios que se han abierto en la ciudad y a la permanencia de sus clásicos. 

Además, Arequipa es un top por el empuje de su gente y su espíritu emprendedor, que lo ha convertido en uno de los motores de la economía peruana. 

En efecto, a Arequipa llegan todos los días visitantes peruanos y extranjeros en búsqueda de su valioso pasado precolombino, de sus broncos volcanes, algunos en actividad como el Misti y el Chachani; de sus construcciones coloniales, conventos e iglesias que están entre las más hermosas obras arquitectónicas de la humanidad (por ejemplo, el Convento de Santa Catalina y el claustro jesuita), de sus cañones impresionantes, entre los más profundos del mundo, como el del Colca, donde vive el hermoso cóndor andino; de su patrimonio republicano que la convirtieron en “La Ciudad Blanca” por el sillar, el material de sus edificios, y en terrenos ciudadanos en tierra de grandes juristas y políticos. A todo esto hay que sumarle su riquísima gastronomía, una donde se impone esa catedral de la cocina peruana llamada chupe de camarones, además de gozosos y sabrosos timbales, escribanos, rocotos rellenos, sopas y caldos, cebiches y más, mucho más. Más que cocina, en arequipeña hay un universo culinario.

Tanta diversidad exigía restaurantes, bares y discotecas a la altura de su grandeza. Mumis, Carré y Forum han sabido dar la talla. Conozcámoslos.

 

MUMIS, UNA FUSIÓN VOLCÁNICA

Foto gentileza Mumis

 

La pasta es un universo. La cocina arequipeña, también. ¿Qué pasaría si ambas decidieran unirse? Simple, un volcán de sabores. Y eso es lo que pasa en Mumis, un restobar arequipeño que, en poco más de dos años, se ha convertido en un ícono de “La Ciudad Blanca”.

El local tiene como socios e ideólogos a los hermanos Paola y Nicolás Castañeda, dos treintañeros arequipeños que, por cuestiones laborales y de la vida, se habían instalado en Lima, donde se dedicaban al derecho y a las finanzas. 

En eso vino la pandemia. Paola, quien ya se cuestionaba su opción por el mundo jurídico, empezó a preparar algunos postres y, sobre todo, diversos platos donde unía su amor por las pastas y su pasión por la cocina arequipeña, sobre todo sus salsas y sus guisos, esos potajes con alma de hogar y picantería… y largas horas de cocción. Sus padres y amigos quedaron maravillados… y vieron en ello una opción de negocio. Enterado, Nicolás, desde Lima, pidió probar tanta maravilla y también quedó deslumbrado. “Si lo hacemos en serio dejo mi trabajo en el banco y me sumo al proyecto”, advirtió. 

Poco tiempo después abrieron Mumis, pero no en cualquier lugar, sino en una hermosa casona del siglo XVIII, ubicada en pleno Centro de Arequipa, declarada por la Unesco como “Patrimonio de la Humanidad”, y en donde vivió uno de los juristas más importantes del Perú, José Luis Bustamante y Rivero, quien, además, fue presidente de la República entre 1945 y 1948.

En Mumis, llamadas así en honor a las mascotas de Paola, a las pastas base como los agnolotti las rellenan con zapallo arequipeño, le suman ricota y los cubren con una salsa de mantequilla y toques de huacatay, la hierba andina con la que se prepara la ocopa, un clásico de la cocina arequipeña. ¿El resultado? Una adicción. Al chupe de camarones lo convierten en sublime vicio al transformarlo en risotto, y a los ravioles, esa pasta bendita, los rellenan con carne mechada y los cubren con una salsa de hongos de la campiña arequipeña. 

¿Les gusta la travesura? Vamos por más: al tiramisú le agregan un mascarpone casero, que es elaborado con la leche de las famosas vacas arequipeñas, y cuyas bizcotelas tienen como receta base aquellas que preparaban las monjas del vecino Convento de Santa Catalina.

Y como en Mumis todo tiene un toque lúdico, el bar se llama El Cardenal en honor de un antepasado de la familia que llegó a ser cabeza de la Iglesia peruana. Por eso, todos los cócteles han sido bautizados con nombres vinculados a las ceremonias religiosas. Eso sí, con respeto, porque beber en El Cardenal viene con bendición y no con peligro de excomulgación. 

El sumo sacerdote de la barra es Adán Martínez, un barman cuyo talento es inversamente proporcional a sus ganas de figuración. El hombre gana feligreses con sus cócteles. Nicolás nos dice que, así como le están dando otra mirada a la cocina arequipeña, en El Cardenal se han propuesto otorgarle un plus de calidad a la coctelería. Por eso, allí se luce el portafolio de Diageo. 

Sus mejores cócteles se preparan con Johnnie Walker, Zacapa, Tanqueray, Cîroc y Don Julio. Por eso, a El Cardenal, y a Mumis, hay que volver una y otra vez a probar portentos como El Puchito, que lleva el gin Tanqueray N° Ten, un destilado de caña, toronja rosada y una esfera de maíz morado. Lo sirven en copa martini y es delicioso del primer al último sorbo: los iniciales son frescos y los finales, gracias a que la esfera de maíz se ha mezclado con el Tanqueray, golosos, mordibles, vampíricos, por la estela de color que deja el maíz. 

Epifanía es un sour salino que le hace guiños a la Margarita. Su destilado base es el tequila Don Julio, al que le agregan unos toques de limón, un poco de jugo de tamarindo; los bordes son cubiertos con sal de maras y parmesano rallado. Una bendición.

De yapa, en Mumis organizan raves y, pronto, gracias a Diageo, nuevas activaciones con música en vivo y más cócteles divertidos, porque, además de sus amplios salones, cuenta con una terraza ideal para la fiesta más divertida. Sí, visitar Mumis (y El Cardenal) resulta una auténtica salvación.

 

CARRÉ, UN STEAKHOUSE PURA DIVERSIÓN

Foto Gentileza Gonzalo Pajares

 

Tiene apenas un año de abierto, pero Carré Steakhouse ya se ha convertido en uno de los lugares preferidos de los arequipeños. Razones sobran. Primero, su diseño, que le huye al clásico espacio de carnes donde se imponen las zonas cerradas, oscuras, serias, avejentadas. 

No, Carré es un espacio abierto, amplio, casi al aire libre. Según nos cuenta Willy Pullchs, dueño del lugar, desde el inicio quiso que Carré tuviese dos ejes, uno donde se luciese su barra central, amplia y bien decorada, y otro donde destacase su cocina, una abierta a vista de todos. 

Y funcionó. Este “corazón partío” es uno de los secretos del éxito de Carré, pues los clientes pueden ser testigos de la elaboración de aquello que han ordenado, desde un cóctel clásico o uno de autor, pasando por unas pizzas artesanales o un jugoso corte de carne americano, hasta llegar al famoso Carré de cordero, plato que le da nombre al restobar, y que consiste en unas deliciosas costillas a la brasa bañadas en chimichurri y ají parrillero. 

El ambiente de Carré invita a la fiesta, a la celebración, a la amistad. Los clientes llegan en grupos, y los hay diversos en edad y afinidad: familias completas, amigos de toda la vida y hasta oficinistas y empresarios que quieren sacarse la carga del trabajo diario.

En Carré saben crear alegría gracias a los cócteles que preparan con el portafolio de Diageo. El arequipeño es clásico y colorido, por eso, los gin tonic con Tanqueray Sevilla y Tanqueray Royale son muy solicitados. Al cuba libre, como lo preparan con ron Zacapa 23, lo han rebautizado como Zacapa 23 Libre, y el dry martini, un señor cóctel, lo sirven con Tanqueray London Dry.

Mientras tanto, la música en vivo sigue animando la velada. En el lugar se presentan rockeros con un repertorio variado o DJ’s que invitan al gozo, situación que es potenciada si uno pide un Tangerine Sour, cóctel de autor que es el más solicitado de la casa. La razón de su éxito se explica gracias a su lograda mezcla, una donde destaca el Tanqueray Sevilla, vermú blanco, mandarina y jugo de piña. Es dulce, es rico, es dicha.

De sus cócteles tiki es una obligación pedir un Jamaica Roots, sabrosa mezcla de gin Tanqueray London Dry, esencia de Jamaica, crema de agave, naranja, limón y, para redondear, una ginger beer, porque a la vida, como nos enseña Carré, hay que ponerle un poco de potencia y mucho punche.

 

FORUM, SIEMPRE CLÁSICO

Foto gentileza Gonzalo Pajares

 

Tiene casi tres décadas de fundado y sigue vigente. Así es Fórum, un clásico de la diversión no solo del sur peruano sino de todo el país. 

¡Quién no ha ido a bailar y beber allí! Todos los que hemos pasado alguna vez por Arequipa hemos sido atraídos por su influjo, por su leyenda, por su oferta de fiesta interminable, una que se mantiene intacta y que, a lo largo del tiempo ha convertido a Fórum en obligatoria peregrinación.

El secreto del éxito y la vigencia de la discoteca está en su constante renovación, en su variada oferta de fiesta y en la calidad del portafolio con el que trabajan sus cócteles: el de Diageo. 

Fórum se ubica en una gran casona republicana, muy cerca de la Plaza de Armas, y en sus diversos ambientes puede acoger hasta 1500 personas. En sus varios pisos se han instalado diversos conceptos, todos con barra propia:

1. La Zona Johnnie Walker es el área VIP de Fórum. Acaba de ser inaugurada y allí, además de lucirse el portafolio más exclusivo de Diageo, hay espacio para la diversión más lograda. La imponente barra, presidida por el caminante de Johnnie Walker, símbolo universal de la calidad, está rodeada de varios boxes a los que llegan botellas enteras como el complejo whisky Johnnie Walker Gold Label, o un Johnnie Walker Blue Label, sinónimo de sofisticación extrema. La música es variada y la buena onda nunca desaparece. Un verdadero espacio VIP.

2. Latino es un club de salsa donde suenan clásicos como El Gran Combo y Rubén Blades, Héctor Lavoe y la gran Celia Cruz, Gilberto Santa Rosa y Cheo Feliciano. Mientras la gente baila o anima su tertulia, los cuba libre, elaborados con ron Zacapa, los refrescan y animan a continuar el son.

3. Terrase es un lounge bar, más íntimo, más privado, donde la gente opta por cócteles más clásicos como un negroni con Tanqueray London Dry o un vodka tónic con Cîroc. La música que suena es tranquila, íntima, propicia para el romance.

4. En el Club 80’s suenan The Police, Queen, The Smiths, The Cure, Pet Shop Boys, Soda Stereo, Los Prisioneros y demás bandas y solistas que se impusieron en los mágicos 80, esa década que los peruanos, y el mundo entero, al menos en términos musicales, no queremos abandonar. ¿Qué se toma allí? Todo, pero no es una mala idea una botella de esa deliciosa malta llamada The Singleton. En la vida siempre hay que buscar armonías, y qué mejor que una malta para trasladarnos hacia los 80.

5. Retro también es un viaje al pasado, pero con más intensidad, a los fabulosos 60 y 70, esa época donde eran íconos The Beatles y Rolling Stones, Jimi Hendrix y The Doors, Led Zepellin y Pink Floyd. Sucede que muchos peruanos creemos que todo tiempo pasado fue mejor. Quizás, pero esa duda se hace certeza cuando llegan cócteles como el whisky Sour, elaborado con un Johnnie Walker Red Label o un buen shot de Johnnie Walker Gold Label, o una botella de King George. Por qué no.

6. En Zero suena el rock y la gente juega pool. Más lúdico, imposible. Pero, claro, hay espacio para la tertulia y la abundancia. No es extraño, por ende, que los grupos sean grandes, los amigos se junten y animen su noche con botellas enteras de whisky como el Johnnie Walker Black Label y, para los más osados, un Johnnie Walker Gold Label Reserve o un Johnnie Walker Blue Label. Cuando la vida es buena todo esfuerzo vale la pena.

7. Los más jóvenes, en edad y espíritu, tienen en la Zona Tanqueray un lugar para la pachanga más intensa, aquella donde se impone la música del momento, los reggaetones de Bad Bunny y Rosalía, los beats de The Weeknd y Post Malone o el desparpajo de Bizarrap y Karol G. Allí, otra vez, para refrescar el cuerpo y darle más energía, salen como agua bendita los gin tonics con Tanqueray Sevilla y Tanqueray Royale… porque la vida puede ser, como ofrece Fórum y los gines de Diageo, una fiesta colorida.