Johnnie Walker

En 1820, en Kilmarnock, Escocia, un joven tendero llamado John Walker decidió desafiar lo común. En una época en la que los whiskies de malta eran irregulares e impredecibles, él soñó con crear algo distinto: un whisky más refinado, equilibrado y constante. Así nació el arte del blending, combinando con maestría whiskies de los cuatro rincones de Escocia: el toque ahumado de las islas, el dulzor a miel de las Tierras Altas, la suavidad de las Lowlands y la intensidad de Speyside. El resultado: un whisky escocés excepcional, reconocido en todo el mundo. Su logotipo, el Striding Man, no es solo un emblema. Es un ícono global de progreso, innovación y determinación. Hoy, más de dos siglos después, el espíritu de John Walker sigue invitándonos a mirar hacia adelante. ¿Seguimos caminando juntos?