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La ruta del Gin Tonic en Lima



Todo momento es ideal para un buen Gin Tonic, ese refrescante cóctel que, a pesar de su simpleza, sabe sacar de apuros, mejorar el ánimo y darnos un poquito de felicidad. Conoce los mejores lugares donde tomarlos en Lima.

Nada más refrescante que un Gin Tonic. Ese primer sorbo y sus sensaciones son impresionantes. Es el mar invadiendo nuestro cuerpo. Es el cielo tomando nuestro espíritu. Es la naturaleza copando nuestros sentidos. Por eso es uno de los cócteles más populares del mundo, al punto que en países del Mediterráneo como España e Italia se hizo religión.

Esta tendencia, que resultó una comprensible vocación por la felicidad, también llegó a Latinoamérica, donde se impuso rápidamente.

Y se impuso porque su génesis, su insumo básico, su materia prima imprescindible es el gin, un destilado cuyas virtudes, más allá de su inmensa ductilidad, que lo hace ideal para las mezclas más sexys, tienen que ver con su limpidez y transparencia, con sus delicados aromas en nariz y con su precisa elegancia en boca. Debe ser el destilado más sensual y fácil de beber que existe, y el Tanqueray su mejor exponente.

Para convertirse en top mundial también ayudó su simpleza: es muy fácil de preparar. Solo se necesita un gin premium como el Tanqueray, una buena tónica, hielos firmes, una copa balón o hasta un highball y algunos cítricos. Mezclar, beber y gozar. 

Y ya que estamos en Perú, debemos decir que el compañero ideal, su pareja perfecta, su media naranja, el agua tónica, tiene origen peruano. Resulta que la quinina, insumo básico para el agua tónica, es originaria de nuestro país, al punto que figura en nuestro escudo nacional. Es decir, si nos ponemos nacionalistas, no hay cóctel más peruano y cosmopolita que el Gin Tonic, pues en él conviven una planta que nos representa en el mundo, la quinina, y el destilado más universal y bebido, el gin.

Con estos antecedentes, la calidad de los Gin Tonics de los bares peruanos está asegurada. Sin embargo, para facilitarles la vida, hemos seleccionado tres lugares que destacan no solo por la calidad de sus Gin Tonics, sino por su diseño, su cuidado ambiente y ánimo festivo. Conócelos.

Cortesía: Cala

CALA

Cala se ubica frente al mar, al lado del hermoso Océano Pacífico que baña las costas de Lima, situación privilegiada que lo convierte en uno de los restaurantes con mejor vista de la ciudad (y del mundo). 

Con este paisaje como escenario, con su Gin Tonic busca ser un complemento ideal, acompañar antes que imponer, conquistar antes que avasallar. 

El Gin Tonic de Cala es la elegancia puesta sobre la mesa. Allí apuestan por lo clásico, pero, romántico como es su escenario, también por lo lúdico.

Cuando son clásicos, sus insumos son el Tanqueray N° Ten y una buena tónica. Los botánicos del Tanqueray N° Ten van hacia los cítricos, entonces, la piel de lima de su cóctel resulta precisa. La ligera complejidad la otorga el cardamomo; la consistencia, el hielo artesanal, firme y contundente; el perfume, los cítricos. Todo lo demás corre por cuenta de la actitud de los visitantes, la frescura del cóctel y el ondulante oleaje de la naturaleza. No hay mejor match.

Pero cuando en Cala quieren ser lúdicos colocan sobre la barra el Tanqueray Royale Dark Berry, un versátil gin que tienen a los berries como sus botánicos distintivos. El Tanqueray Royale tiene tonos lilas que conjugan con la profundidad del paisaje marino, pero como siempre hay que perseguir un ideal, a este Gin Tonic le agregan, además de una tónica neutra, frambuesas y perfumados aceites de limón mandarina que equilibran lo bebido. 

El creador de todos estos ejercicios de seducción es el experimentado Manuel Cigarróstegui, finalista de las primeras ediciones del World Class Perú, el concurso organizado por Diageo para resaltar el trabajo de los bartenders de todo el planeta. Con cócteles de este nivel, Manuel demuestra su altísima creatividad y la calidad de la barra de Cala, un lugar para extasiarse con el paisaje, con una terraza de ensueño, con una buena copa y, claro, con una mesa bien servida.

LA GINTONERÍA

El gin es una religión con millones de devotos. En Lima tiene un templo, La Gintonería, a donde llegan, a sus remodelados salones y un rooftop de estreno, cada día cientos de feligreses en búsqueda del supremo elixir, de un Gin Tonic generoso que, además de refrescarlos, les mejore el día y les alegre la vida.

En La Gintonería hay varias decenas de Gin Tonics: cítricos, especiados, frutados, ligeros, golosos, siempre sabrosos. Y lo son porque el gin de la casa es el Tanqueray en sus varias versiones: el Tanqueray London Dry, el Tanqueray Flor de Sevilla y, por supuesto, el maravilloso Tanqueray N° Ten.

Con el Tanqueray como ingrediente principal, la calidad está asegurada. Pero como La Gintonería es un bar de concepto, un bar que trabaja sus creaciones, que las hace complejas y las lleva hacia celestiales alturas, sus Gin Tonics tienen travesura. Para empezar, además de un Tanqueray (Dry, N° Ten o Sevilla), los hielos que usan son tallados a mano. Segundo, los cítricos están deshidratados y el cardamomo elevado a su máxima expresión. Tercero, sus botánicos son infusionados en su laboratorio de creatividad de donde salen en tres versiones: cítricos, especiados y de frutos rojos. Es decir, para los devotos del Gin Tonic, tomar uno en La Gintonería es una verdadera experiencia… Más pagana que religiosa, eso sí. Y después de tomar uno o dos todos están listos para la santificación.

Cortesía: Fernando Muñoz
Cortesía: Lalá

LALÁ

Lalá es el point de moda de los fines de semana limeños. Con pocos meses de abierto, ya se impone por lo llamativo de su diseño, la comodidad y amplitud de sus instalaciones y un diálogo fluido entre su cocina y su barra coctelera.

Sí, en Lalá se come y se bebe bien. La cocina es dirigida por Umberto Salini, un cocinero que ha pasado por restaurantes peruanos top como Central y Troppo, y otros no menos importantes en España (Azurmendi, Aquelarre, ambos en el País Vasco, ambos con varias estrellas Michelin), Brasil, México y Dinamarca.

La barra está a cargo de Cecilia Monzón, una barwoman heredera de toda la elegancia propia de los discípulos de Rafael Osterling, con quien trabajó varios años en Rafael, uno de los mejores restaurantes de Lima.

Umberto y Cecilia hacen que sus espacios dialoguen. Esto explica el éxito de Lalá. Los cócteles suelen ser funcionales, no solo porque alegran a los clientes sino porque buscan la perfecta armonía con los platos de la carta, sobre todo los entrantes, aquellos hechos para empezar la velada y, sobre todo, para compartir.

Su Gin Tonic es clásico, con un Tanqueray London Dry como destilado base, al que le suman una tónica peruanísima con quinina de nuestros Andes, contundentes hielos cilíndricos, piel de lima y mucho talento y pasión. Se sirve en copa balón y, aunque es generoso, uno siempre se atreve a pedir uno y otro y otro, porque la noche es propicia y porque de la cocina salen algunas delicias como una tosta de cangrejo o una pizza de prosciutto y arúgula que, por si no lo sabían, con un Gin Tonic van de maravilla.