PLANES EN LIMA

Qué hacer en Lima: conoce la nueva terraza de María Mezcal

 

María Mezcal es un suceso, un bar que vale la pena visitar. Acaban de abrir su nuevo local, cuya terraza está dedicada al tequila Don Julio. Mejor alianza, imposible. Conoce las razones del éxito de uno de los bares más emblemáticos de Lima.

SUMILLA

Son las 4 de la tarde de un lunes en la calurosa Lima, y unas 50 chicas ya hacen cola en la puerta de María Mezcal. A las 5, cuando el bar abra sus puertas, es probable que la cola supere las 250 personas. Ingresarán 175, el tope de su aforo. Unas 75 se quedarán afuera, esperando. 

“¿Por qué esperan?”, les preguntamos a unas chicas que no pudieron ingresar en el primer turno. “Porque es una fiesta”, dicen unas. “Porque no hay mejor terapia”, afirman otras, sin perder la sonrisa. Y tienen razón. María Mezcal es diversión al máximo nivel. Un espectáculo celebratorio donde la buena vibra se impone siempre y todos parecen pasarla bien. Tan grande es el fenómeno que, como sucede con nuestros restaurantes más afamados, se ha vuelto parte del circuito turístico limeño: gente de todo el Perú y del mundo lo tienen como parada obligatoria.

Con apenas dos años de existencia, su prestigio se ha cimentado con el paso del tiempo. Su audiencia no decae nunca, al contrario, crece, se afianza, se refuerza. La buena nueva está en que acaban de abrir un nuevo local, donde tienen como aliado estratégico al tequila Don Julio, que ha tomado la terraza para ofrecer lo mejor de su portafolio, porque el nuevo María Mezcal mantiene su espíritu acogedor, pero le ha sumado la sofisticación y la elegancia propias de uno de los mejores tequilas del mundo. Bienvenidos todos.

EL CAMINO HACIA EL ÉXITO

¿Por qué es tan exitoso María Mezcal? Luciana Olivares, una de las principales especialistas en márketing del Perú, ha escrito, en la revista G, de Gestión, que el bar es “sexy, divertido, inteligente y con un extraordinario gusto musical”. Además, “tiene coherencia, personalidad y ha roto paradigmas. El lugar se ha vuelto leyenda”. Olivares acierta. Sin embargo, María Mezcal es todo eso y mucho más.

Vamos por partes. Para empezar, diremos que sus gestores, Jorge Chung y Luis Carrión, no son unos improvisados, son dos de las personas que mejor interpretan la noche limeña y lo que la gente busca. Jorge fue uno de los socios de La Emolientería, un bar pequeño que, al igual que María Mezcal, empezó en la pequeña y muy festiva calle Manuel Bonilla, una de las más entrañables de Miraflores. En La Emolientería también había colas, sobre todo de jóvenes, quienes encontraban en su coctelería juguetona, en su diseño colorido (con guiños a la cultura chicha) y su intimidad un lugar ideal para socializar.

En 2015, también en Bonilla, abrieron La Cachina, un bar dirigido a jóvenes que resultó otro suceso. La “estética cachinera” hace alusión al uso de cosas de segunda mano, descartadas por unos, pero bien aprovechadas por otros, con espíritu lúdico y aires vintage. Los fines de semana, después de las 11 de la noche las colas podían llegar al centenar de personas, porque el lugar aseguraba (y asegura, porque sigue en auge) diversión total, coctelería vivaz y espíritu juvenil.

En 2019, Chung y Carrión abrieron, cómo no, en Bonilla, El Infusionista, otro éxito, siempre con largas colas en la puerta. Esta vez, dedicado a la coctelería creativa, algo inquieta y con tragos como terapeutas del espíritu. Otra de las virtudes de este par de cracks es que trabajan muy bien sus conceptos, de tal manera que todos resultan fáciles de comprender.

Cuando estaban montando María Mezcal, su bar con alma mexicana, llegó la pandemia. Tuvieron que esperar 18 meses para que, al fin, en octubre del 2021, abriese, en un pequeño local de la muy querible calle Bonilla, el sitio que hoy impresiona a todos. 

Chung ha contado que la idea del bar se le apareció durante un viaje a China y Rusia, donde lo impresionó la universalización del mezcal y del tequila. “En Beijing había cuatro bares mexicanos dedicados a los espirituosos aztecas… y todos los clientes eran chinos. En Rusia encontré un bar llamado ‘El Copitas’, donde solo se vendían tequila y mezcal… y no había ningún cliente mexicano. Fue entonces que se me ocurrió abrir un local de ese estilo en Lima”.

Antes, Jorge y Luis viajaron a Oaxaca, la región mezcalera por excelencia. “Fuimos por nuestra cuenta, sin guía, y empezamos a visitar todos los palenques posibles. El palenque es el lugar artesanal donde se produce y se destila el mezcal”, nos cuenta Jorge.

Inspirados en una anciana cocinera oaxaqueña, quien les contó la rica tradición de los espirituosos mexicanos –“las mujeres somos las guardianas de esta tradición”, les dijo– y les preparó un guiso maravilloso, bautizaron a su bar como “María Mezcal”. Ya tenían el nombre, ya tenían la idea, ahora les tocaba redondear el concepto.

 

COHERENCIA EN CONCEPTO, MÚSICA Y COCTELERÍA

¿Sobre qué giraría el bar? Sobre un producto, los destilados mexicanos. El nombre los llevaba hacia el mezcal, pero México es también tequila. En salomónica decisión decidieron que sus insumos base sean los clásicos destilados mexicanos. Allí aparece el tequila Don Julio. Cómo no hermanar al bar que emociona a todos en Lima con el tequila más exitoso del mundo. Esta feliz alianza se ha hecho realidad en el novísimo local de María Mezcal, donde, tanto en la carta como en la terraza, Don Julio se impone con bríos propios, en sus varias versiones, tanto puro como en cócteles.

Ahora tocaba afinar el concepto: María Mezcal sería un bar mexicano, una mezcalería, pero no un bar citadino y con aires cosmopolitas, sino uno rural, étnico, con paredes coloridas, mesas blancas y rústicas y bancos en lugar de sillas. En las paredes, pintado por Decertor, uno de los artistas urbanos más reconocidos del Perú, un retrato de una mujer mezcalera oaxaqueña, como la anciana que les inspiró el nombre. En los altos techos, piñatas y globos multicolores, sombreros de charros, y en la barra, como corresponde a un templo pagano, un altar dedicado a los espirituosos y a los espíritus, a la bebida y a la buena vida.

Con producto y concepto planeados, había que adaptarlos a los gustos del público local, pero sin desvirtuar el concepto. ¿Qué se imagina un peruano cuando piensa en algo mexicano? Más que un bar mexicano, María Mezcal es cómo los peruanos (y, con nosotros, Latinoamérica y el mundo) nos imaginamos a lo mexicano. Pasado precolombino, sí, pero también mucha modernidad, cierto caos y abundante fiesta. Es decir, la cultura popular en ebullición.

“Una opción habría sido recurrir a lo fácil, a referentes como el Chavo del 8 y Cantinflas, pero queríamos escapar del cliché. Sí rancheras, sí boleros, sí corridos, pero también los solistas y bandas de baladas, pop, rock y hasta reggaetón que luego han aparecido en ese país. México, sólo México, en sus infinitas melodías. Todos, sin importar de qué generación somos, tenemos varias canciones mexicanas en la cabeza. Vivimos de la nostalgia”, nos dice Chung. Porque la música es un ingrediente esencial del éxito de María Mezcal, es el hilo conductor de la diversión, el capitán que lleva a esta melódica nave a puerto seguro… y alegre.

Porque eso hace el público con la música que pone Eloy Vivanco, DJ del espacio: la canta, la grita, la goza y, claro, la baila. A propósito, el 90%  de los asistentes al bar es femenino y multigeneracional, de nietas a abuelas (y hasta bisabuelas), de 20 a más años.

“En María Mezcal las mujeres se sienten seguras. Aquí cuidamos de ellas, la diversión resulta terapéutica y el ambiente es de empatía total. Pongo dos ejemplos de nuestra armoniosa diversidad: acá se celebran despedidas de solteras y la firma de un divorcio, y hasta los esposos y novios más celosos se relajan cuando sus parejas les dicen que vendrán a María Mezcal, pues saben que acá estarán muy bien”. Ah, los domingos, pues María Mezcal abre de lunes a domingo y sólo descansa en Navidad, además del DJ hay mariachis en vivo, porque dicen que el desengaño con música y tequila se digiere más rápido.

La coherencia debía mantenerse en los cócteles. Solo tequila, solo mezcal. Como el público es mayoritariamente femenino, la coctelería debería ser fresca, colorida, divertida y muy fácil de beber. Por eso, los cócteles de su barra, que está decorada como un altar del Día de los Muertos, mezclan lo ácido con lo dulce y lo salado con lo picante. “Todo lo mexicano es colorido, una mezcla de dramatismo y fiesta”, agrega Chung.

El creador de las bebidas es Alex Holender, quien ha dividido la carta en tres secciones: 1. Las Marías, unas reversiones de las clásicas margaritas, 2. Los Menjunjes de la Cantina y 3. Los de la vitrina.

En “Las Marías” le recomendamos que su cóctel “María la del Barrio” lo pida con tequila Don Julio, pues este combina de manera espléndida con las notas cítricas del licor de naranja, limón, toronja y sal. En Los Menjunjes, exija que su “Paloma” sea preparada con un tequila Don Julio Reposado, pues no hay destilado que se integre mejor con los toques de mezcal, zumo de toronja rosada y soda de toronja que conforman su receta. Ah, el Pinche Tónic, uno de los preferidos de la casa, alcanza sus notas más altas con un tequila Don Julio, siempre blanco.

Cóctel Doña Julia

Cóctel Mirrey

Pero como en María Mezcal están en constante mejora, renovación y evolución, acaban de incluir una sección de cócteles top, con destilados premium. Como es previsible, allí está el tequila Don Julio en dos coctelazos. El Mirrey lleva Don Julio Reposado, licor de lychee, sirope de maracuyá, extracto de piña y agua tónica amazónica. Si estabas buscando el cóctel del verano, pues ya lo encontraste. Es rico, llamativo, refrescante y, otra vez, rico.

Doña Julia es una sabrosa contradicción. Es un aperitivo potente y rojizo elaborado con tequila Don Julio Blanco, pero, oh maravilla, también es fresco gracias a su sirope de frutos rojos y a su óleo saccharum, todo integrado con vermú de higos y un bitter de naranja.

“Los cambios los estamos realizando no solo en la apertura del nuevo local y en la coctelería, sino en nuestra carta de caballitos, shots de tequila y mezcal, porque nuestro público no solo está creciendo sino se está sofisticando”, nos explica Jorge Chung. Es allí donde, otra vez, el tequila Don Julio se roba el protagonismo del nuevo menú gracias a los caballitos de Don Julio Blanco, de Don Julio Reposado, de Don Julio 70 y de esa delicia llamada Don Julio 1942. “Fue un riesgo, fue algo experimental. Hoy quebramos stock con frecuencia”, agrega, mientras nos muestra su nuevo sueño hecho realidad: la terraza de Don Julio. 

“La terraza no es una extensión del salón del primer piso. No, acá el ambiente es sobrio, más distendido, más exclusivo (por eso lo eligió Don Julio), incluso más gastronómico. Por ejemplo, planeamos hacer activaciones con Rosalba, la maestra cocinera oaxaqueña que prepara las tortillas que aquí vendemos”, nos dice, ilusionado, mientras nos explica que su bar es coherente hasta en su carta de cocina: solo se venden tacos y quesadillas, al pastor, a la barbacoa, a la cochinita pibil, pero siempre mexicanas.

Dicen que es difícil ser coherente. María Mezcal lo es. Esa debe ser la fórmula de su éxito, y tequila en una mano y sombrero de charro en la otra, puede cantar a viva voz y sin objeción alguna: “Porque sigo siendo el rey”.