Las tres discotecas imperdibles de Lima: Qiu, Bazar y Sala Osma

 

 

Lima no solo es una ciudad sibarita, también es una ciudad que se divierte; que baila, goza y bebe. Una ciudad cosmopolita que encuentra en la noche su momento propicio. Acompáñanos a descubrir sus discotecas imprescindibles.

Es indiscutible que Lima es una de las mejores ciudades del mundo para comer. Sin embargo, con esto no basta. La gente busca diversión, un lugar donde tomar una buena copa, escuchar música que la energice, tener una conversación relajada y, si el cuerpo lo pide, bailar hasta quemar la última caloría.

Felizmente, cada día hay más lugares para divertirse: bares y discotecas que, gracias a su oferta, donde destaca el portafolio más premium de Diageo, están a la altura de nuestra buena mesa y que, incluso, se atreven a meterse en estos terrenos como parte de su propuesta. Sumérgete con nosotros en la noche limeña y sus points más exclusivos.

 

QIU, DIVERSIÓN ASEGURADA

Foto cortesía de Qiu

Qiu la rompe en la noche limeña. Aunque abre a las 11 p.m., sus clientes se posicionan frente a su local con algunas horas de anticipación. Y aguardan sin problemas, pues saben que les esperan horas de mucha diversión.

Qiu propone opciones de diversión tan cuidadas que exigen una gran producción previa. ¿Qué tiene Qiu? Primero, un local inmenso, bien diseñado y mejor equipado, “a la altura de las mejores discotecas de Miami y Nueva York”, afirma Orlando Reátegui, uno de los socios de la discoteca. “Las luces, el sonido y las pantallas son de última generación, quizás únicos en América Latina”, prosigue.

Tiene razón. Mientras la gente bebe, baila y conversa, los haces de luces giran en armoniosa sincronía, llenando de color y, cómo no, de misterio, los tres pisos del local. El sonido de la música lo envuelve todo, pero sin ninguna disonancia, sin nada que chirríe: sería el paraíso de un productor musical. 

Y ya que hablamos de la música, otro de los factores del éxito de Qiu es su buena música, una que está a cargo de los mejores DJ de la ciudad, quienes empiezan la noche con música de los 80 y 90, y después se sumergen con todo en los éxitos del momento, donde hay, claro, espacio para el reggaetón, la buena salsa y una dosis de pachanga.

La diversión llega no solo de la mano de la gente estilosa que por el local circula, la excelente música y el perfecto sonido, sino porque en Qiu se bebe bien gracias a Diageo y a su más exclusivo portafolio: destilados que son servidos en botellas enteras, mixers incluidos, o en cócteles clásicos como el Gin Tonic, Negroni, Martini, Paloma, o Highball; casi todos refrescantes, ideales para alegrar cuerpo y alma. Eso sí, cuando se pide una exclusiva botella entera de Johnnie Walker Gold Label, Don Julio o Johnnie Walker Blue Label, hay show: llega a la mesa de la mano de guapas anfitrionas, luces chispeantes y sonrisas miles. 

La discoteca está dividida en tres zonas. En el primer piso está la  “Zona Tanqueray”, conformada por exclusivos y bien decorados boxes donde caben hasta 12 personas. Allí pueden llegar deliciosos y frescos Gin Tonics preparados con Tanqueray Sevilla, Tanqueray N° Ten y, si hay espíritus más lúdicos, con Tanqueray Royale. Claro, también hay lugar para los demás destilados de Diageo como los whiskies de Johnnie Walker, el vodka Cîroc, los varios rones de Zacapa y más.

En el segundo piso está la zona VIP, que ha sido bautizada como “Don Julio”. En el lugar se impone una llamativa barra que lleva el emblema del exclusivo tequila de Diageo. De allí salen botellas de Don Julio Reposado, muchas Palomas y shots. Eso no significa que no se pueda pedir un Johnnie Walker Gold Label, un ron Zacapa XO o un gin Tanqueray N° Ten, sino que, siguiendo la tendencia mundial, en Qiu han querido darle un lugar de honor a Don Julio, el estupendo tequila que se ha ganado el aprecio de todo el mundo por su rusticidad, sus notas sutiles a madera y vainilla y su ductilidad, características ideales para la coctelería más elegante.

En el tercer piso está el Súper VIP, la zona más exclusiva de Qiu a la que, en homenaje al portafolio de Diageo, han bautizado como “Reserve”. Allí todo es top, con las etiquetas King George V y John Walker & Sons Odyssey a la cabeza. “Debemos ser el lugar donde más King George V se bebe en Lima”, afirma Orlando Reátegui.

Desde este lugar se tiene una vista panorámica de Qiu y se puede ser testigo privilegiado de todas sus bondades: de la diversión total que ofrece, de sus logrados espectáculos y de ese espíritu festivo del que es tan fácil contagiarse. Si no has ido a Qiu, debes ir, y si ya lo conoces… ¿Qué esperas para volver?

 

SALA OSMA, ALMA DE OCHENTAS (Y NOVENTAS)

Foto cortesía de Sala Osma

Gianni Dasso debe ser el rostro más conocido de la noche limeña. Gracias a las virtudes de su trabajo, a su instinto y a sus varios emprendimientos los limeños aprendieron a divertirse. Lugares icónicos como Noctambul, The Edge, The Piano, Barracuda, Traffic, Aura, Bizarro y muchos más fueron creados por él.

“Sala Osma es mi local número 21”, nos dice mientras nos hace ingresar a su nuevo espacio barranquino, uno que está en el amplísimo sótano de Primera Parada, un concurrido patio de comidas. Es decir, de día, en esa zona de Barranco, se come bien y, de noche, se bebe y se baila mejor. Todo gracias al trabajo de Dasso en Sala Osma, que abrió sus puertas hace menos de dos meses y, de inmediato, se impuso como uno de los lugares imprescindibles de la noche limeña.

Uno baja las escaleras de Sala Osma y se encuentra con el corazón del espacio, desde donde se irradia la diversión: una imponente barra rectangular donde tienen un lugar de privilegio las botellas más exclusivas de Diageo.

“La experiencia me ha enseñado que lo más importante de un local es el ‘patrón de tráfico’: cómo la gente circula y cómo debe tener todo lo que le gusta a la mano. Por eso la imponencia de nuestra barra”, prosigue. En efecto, su barra es el eje de la diversión. A los costados están los bien montados boxes, donde hay mesas, gente bonita y fiesta. 

De la barra salen botellas enteras, como un whisky Johnnie Walker Gold Label, un gin Tanqueray N° Ten, un Johnnie Walker Blue Label, un ron Zacapa 23, pero también mucha coctelería. “Como apuntamos a un público exigente y conocedor, ya vivido y cosmopolita, de 35 años en adelante, le ofrecemos buena coctelería clásica, pero también tenemos cócteles de autor. Nuestra carta la hizo Daniel Gutiérrez, quien fuera barman de Central, el Mejor Restaurante del Mundo”, nos explica Dasso mientras bebemos un Purple Haze, creación de Gutiérrez que lleva Tanqueran N° Ten, Porto Ruby, lavanda, limón y un ahumado en mesa. Se decora con una lámina comestible que tiene el rostro del gran Jimi Hendrix, en cuyo honor se creó este cóctel.

Alrededor de la barra, la gente puede conversar y bailar, pero si seguimos avanzando nos encontramos con un espacio más amplio donde tiene su cabina el DJ y donde también se montan espectáculos de música en vivo, no en vano uno de los socios de Dasso en Sala Osma es Ramón Pérez-Prieto, músico de Novalima, la banda de música electrónica más importante del Perú y la más reconocida fuera de nuestras fronteras.

La música que envuelve el local es rockera, de las décadas del 80 y 90. The Cure, U2, The Smiths, Depeche Mode y Pet Shop Boys hacen bailar y cantar con fuerza a los asistentes y, claro, luego sonarán Nirvana, The Smashing Pumpkins y Jane’s Addiction. 

Al lado de la cabina hay un tercer espacio, más privado y menos ruidoso, que la gente busca para conversar y tomar cócteles que los devuelvan a la pista de baile, uno con mucha onda es el “Calaveras y diablitos”, homenaje a Los Fabulosos Cadillacs, que tiene como insumo principal al ron Zacapa Ámbar y como complementos al maracuyá y al coco.

Sala Osma apuesta un poco por la nostalgia, pero también a ese “espíritu adolescente” que todos llevaremos por siempre.

 

BAZAR, CLÁSICO CONTEMPORÁNEO

Foto cortesía de Bazar

“La magia de Bazar está en su diversidad”, nos dice Carlos Cisneros, uno de los socios del lugar, un clásico limeño que su grupo empresarial tomó en el año 2018 y que, desde entonces, han sabido renovarlo y, así, mantener su vigencia como point ineludible de la noche limeña.

Es jueves y el local luce a tope. Además del DJ residente de Bazar, hay un espectáculo de percusión: sobre el escenario elevado, un músico le agrega latidos, complejidad y alegría a las pistas que el DJ lanza desde su mezcladora.

Mientras tanto, de la barra vemos salir hacia un box, entre destellos, una botella de Johnnie Walker Gold Label. Es una ceremonia casi religiosa donde el anda, convertida en una botella de etiqueta y líquidos dorados, es trasladada con espíritu festivo hacia la mesa que la ordenó. La “procesión” se completa con chispeantes fuegos artificiales que iluminan la noche y alegran, aún más, la fiesta.

Decimos que Bazar ha sabido renovarse porque, para empezar, abren de lunes a domingo (“solo descansamos en Navidad”, sonríe Cisneros), y no solo es una discoteca. También es un bar del que salen buenas Palomas con Don Julio Reposado, ricos Gin Tonics con Tanqueray N° Ten (“debemos ser el lugar que más Gin Tonic con Tanqueray N° Ten vende en Lima”, afirma Cisneros) y contundentes Highball con Johnnie Walker Black Label. 

Sin embargo, eso no es todo, también es un espacio sibarita donde ofrecen buena comida, como un pulpo a la parrilla que está buenazo, unos makis variados cual restaurante nikkei, cortes de carne wagyu que no tienen nada que envidiarle al mejor restaurante de carnes y mucho más…

En cuanto a la fiesta, los martes hay bandas rockeras, salseras, pachangueras, para todos los gustos y ritmos; los lunes y domingos, DJ y luces de colores; los miércoles y jueves, un high energy con espectáculos en vivo: un percusionista, un violinista eléctrico o un saxofonista con “alta energía”; los viernes y sábados, fiesta y más fiesta.

Sí, la magia de Bazar está en su diversidad, pero, sobre todo, en su capacidad para alegrarnos la vida.